Irremediablemente Siempre

jueves, 3 de marzo de 2011

0
La tonada

Cada día me parezco más a lo que siempre creí que ya no sería. En cierto punto del camino, en cierto momento del camino, el no retorno me acechó sin remedio y yo lo abracé, lo entendí. Era natural sentir que las cosas no se presentarían como las había esperado toda mi vida, y es natural hoy darme cuenta de que las cosas no pueden ser tal cual uno las imaginó, pero sí estar teñidas de fantasmas de esas otras predicciones, ser especies de realidades alternativas que encajan en los mismos moldes.
Es feliz darse cuenta de que es posible, es importante: encontrarse de nuevo cargado de fe; de a poco, pero ciertamente.
Se comienza a entender que uno no debería esperar nada de nadie ni de nada; ni de las personas, ni de las cosas, y sin embargo no hay nada que hacerle. Predicar es tan fácil, y hacer tan distinto, aunque no inasible.

Me alegra volver, de a poco, pero volver.


 
domingo, 10 de agosto de 2008

1”
Como nadar...

Los días pasan con un aroma estrepitoso a muerte. El mundo se cierne sobre mis hombros y cargo con la melancolía de saber que no hay tal cosa como la certeza durante esta vida.
Los hombres miran con desacierto; algunos niños rien en las plazas mientras otros se lamentan en sus cunas por no saber todavía quienes son, serán, ni qué les deparará el camino.
Las mujeres se sientan en sus cocinas a ver la televisión y a configurar una lista interminable de supermercado, y yo observo todo aquello como una pintura, con más o menos errores, de la rutina litúrgica que a todos nos toca seguir completando con la inercia misma del tiempo que nos atrapa entre los huesos y bajo el papel de regalo en que se convierte nuestra piel.
Algunas tardes la gente se muere y la noche se postra con dulce rencor en los ojos de quienes la ven pasar, una y otra vez. El cielo también se muere y vuelve a nacer frente al circo que fomentamos con cada vana respiración. Cada cierre y apertura de un mañana nuevo, que nunca deja de ser el interminable ahora.
Pero estamos vivos.
 
martes, 22 de enero de 2008

2
Epifanía

Y sí, podría beberme una copa de amargura y otra de fe, lamer tus lágrimas, probar tu hastío.
Podría también engendrar un tiempo nuevo, sin heridas, sin mar, sin oscuridad; invitarte a mi cuarto inmaculado donde somos los de siempre, tan hermosos y trasnparentes como la sed misma.
La culpa no existe, no hay polvo bajo las alfombras, todo reluce, somos únicos y nuevos.
Y a cada instante nos imaginamos, nos creamos, nos estancamos en ese abismo de perfección y vacío que es la vida, y nos extrañamos mucho por haber decidido compartirla.
Tenernos es mucho más que el roce de nuestra piel, que es una sola y es nuestra. Te llevo conmigo adonde voy, adonde no voy, en donde me quedo y en donde dejo de estar. Estás, y ya. No hay más nada que nosotros, y el "pronto" que la eternidad no deja de entonar como un himno, es también el jamás, el siempre y el todavía. Es todo, y no termina. Nunca empieza a terminar. El final no existe como otra cosa más que como una ilusión de final. Ya no te vas, ni yo me quedo.
 
jueves, 29 de noviembre de 2007

3
Siempre vuelvo a casa.

Esta es la vida. Vos sos mi casa, mi sueño con ventanas al mar, mi sueño de niños riendo, mi espanto de que algún día mueras y ya no me despierte a tu lado.
Es esta vida. Esta casa que conozco de otra vida, el camino que me lleva de regreso siempre a dónde fui y a dónde ya nunca podré dejar de dirigirme.
Tus paredes que me abrazan, tu puerta abierta apuntando a mis ojos, sin llave los cajones, sin demasiada parafernalia decorativa el living de tu alma, que se muestra transparente como tus vidrios, los que pudimos romper, para que el viento nos tomara feliz, y sin ausencias.
 
martes, 30 de octubre de 2007

1”
Descripción.

Un hombre sentado en una habitación que le es ajena espera su muerte; y aún sosteniendo el miedo entre sus manos desearía que ésta llegase, porque en ella reside la única forma de liberarse de los temores en los que se reconoce.
Es entonces que sentado mira durante horas las enredaderas del muro ciego que hay frente a su ventana, por la que entra una luz pálida e inerte, que a todo sume en una tonalidad de valores inabarcable. Ese color en las paredes es inidentificable, tal como lo es lo que lo embarga.
Una cama ocupa la habitación con un derecho más legal que el suyo propio. Una cama simple, sin cubrecamas exóticos, simplemente adornada con una sábana blanca y una almohada donde hubieran de posarse desconocidas quimeras; quimeras con las que el hombre ya no llegaría a deleitarse.
La ventana profiriendo gritos de lo grisáceo, alumbra pobremente un viejo y descascarado arcón de madera que guarda en su vientre también libros viejos; ediciones baratas de bolsillo. Y esa puerta entreabierta, la única en la habitación, la única en el mundo, que no deja de hablarle al inhabitante de que lo está por venir, no espera.


... basado en descripcion de lugar by Jack Ripley basada en La espera de J.L Borges...
 
miércoles, 24 de enero de 2007

3
Cada día.

Es entonces cuando se nos abren las manos y se nos dibuja un asfalto, un camino a seguir, con un pasaje de ida hacia un no-retorno, hacia una supuesta eternidad, hacia un demarcado porvernir.
Cuando dejaremos de decirnos palabras verdes y de escupir peces; cuando dejaremos de intentar resarcirnos, de procurarnos la limpieza de las culpas, los olvidos y los odios; y aprenderemos a contentarnos con las distancias, esas que nos separan y nos unen, esas que nos permiten, de vez en cuando, ser, quienes somos.
Será entonces cuando se nos abran las manos y se nos dibuje el asfalto, ese camino a seguir, con ese pasaje de ida hacia el no-retorno, hacia la supuesta eternidad, hacia el porvenir, sin sombras, ni espejos, sin claroscuros de la posibilidad y de la duda.
 
jueves, 19 de octubre de 2006

6
Próximo.

Somos engendrados en la sangre; los árboles caminan sobre nuestra cabeza de tierra, hasta que las raices se plantan y nos llenan el cuerpo. Salen por nuestros pies y nos dejan absortos y quietos antes de que podamos correr.
Y nuestras manos de mar ondean cuando el viento las empapela.
Somos tuyos y propios; y en el vientre llevamos canciones, poesía y savia.
Se sufre la eternidad y lo grandioso de estar entregado.
Los muertos van de prisa, llenos de luz y de espanto.
Nos compra la tentación al aburrimiento, se nos suprimen los placeres, se nos corroe el deseo.
Es cuando me mirás, con esa luz titubeante que te alumbra el rostro y me lanza a la certeza.