Irremediablemente Siempre

jueves, 29 de noviembre de 2007

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Siempre vuelvo a casa.

Esta es la vida. Vos sos mi casa, mi sueño con ventanas al mar, mi sueño de niños riendo, mi espanto de que algún día mueras y ya no me despierte a tu lado.
Es esta vida. Esta casa que conozco de otra vida, el camino que me lleva de regreso siempre a dónde fui y a dónde ya nunca podré dejar de dirigirme.
Tus paredes que me abrazan, tu puerta abierta apuntando a mis ojos, sin llave los cajones, sin demasiada parafernalia decorativa el living de tu alma, que se muestra transparente como tus vidrios, los que pudimos romper, para que el viento nos tomara feliz, y sin ausencias.
 
martes, 30 de octubre de 2007

1”
Descripción.

Un hombre sentado en una habitación que le es ajena espera su muerte; y aún sosteniendo el miedo entre sus manos desearía que ésta llegase, porque en ella reside la única forma de liberarse de los temores en los que se reconoce.
Es entonces que sentado mira durante horas las enredaderas del muro ciego que hay frente a su ventana, por la que entra una luz pálida e inerte, que a todo sume en una tonalidad de valores inabarcable. Ese color en las paredes es inidentificable, tal como lo es lo que lo embarga.
Una cama ocupa la habitación con un derecho más legal que el suyo propio. Una cama simple, sin cubrecamas exóticos, simplemente adornada con una sábana blanca y una almohada donde hubieran de posarse desconocidas quimeras; quimeras con las que el hombre ya no llegaría a deleitarse.
La ventana profiriendo gritos de lo grisáceo, alumbra pobremente un viejo y descascarado arcón de madera que guarda en su vientre también libros viejos; ediciones baratas de bolsillo. Y esa puerta entreabierta, la única en la habitación, la única en el mundo, que no deja de hablarle al inhabitante de que lo está por venir, no espera.


... basado en descripcion de lugar by Jack Ripley basada en La espera de J.L Borges...
 
miércoles, 24 de enero de 2007

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Cada día.

Es entonces cuando se nos abren las manos y se nos dibuja un asfalto, un camino a seguir, con un pasaje de ida hacia un no-retorno, hacia una supuesta eternidad, hacia un demarcado porvernir.
Cuando dejaremos de decirnos palabras verdes y de escupir peces; cuando dejaremos de intentar resarcirnos, de procurarnos la limpieza de las culpas, los olvidos y los odios; y aprenderemos a contentarnos con las distancias, esas que nos separan y nos unen, esas que nos permiten, de vez en cuando, ser, quienes somos.
Será entonces cuando se nos abran las manos y se nos dibuje el asfalto, ese camino a seguir, con ese pasaje de ida hacia el no-retorno, hacia la supuesta eternidad, hacia el porvenir, sin sombras, ni espejos, sin claroscuros de la posibilidad y de la duda.