Somos engendrados en la sangre; los árboles caminan sobre nuestra cabeza de tierra, hasta que las raices se plantan y nos llenan el cuerpo. Salen por nuestros pies y nos dejan absortos y quietos antes de que podamos correr.
Y nuestras manos de mar ondean cuando el viento las empapela.
Somos tuyos y propios; y en el vientre llevamos canciones, poesía y savia.
Se sufre la eternidad y lo grandioso de estar entregado.
Los muertos van de prisa, llenos de luz y de espanto.
Nos compra la tentación al aburrimiento, se nos suprimen los placeres, se nos corroe el deseo.
Es cuando me mirás, con esa luz titubeante que te alumbra el rostro y me lanza a la certeza.
jueves, 19 de octubre de 2006
6
Próximo.
Publicado por
de Pe a Pa
en
11:30
Enviar por correo electrónico
Escribe un blog
Compartir en X
Compartir con Facebook

Suscribirse a:
Entradas (Atom)