Irremediablemente Siempre

sábado, 3 de junio de 2006

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Un motivo nunca es demasiado.

La amargura.

Un motivo nunca es demasiado. La otra parte del asunto puede abrirse. Tu motivo nunca alcanza. Se necesita un consenso. Como las respuestas a las preguntas, o las preguntas que son respuestas. Como el chorrito de vino en la salsa, o el beso antes de dormir. Como la energía para hacer o dejar de hacer. Como nosotros, como tu presencia. Ya no voy a enumerar cosas que complementen a otras, o quizás lo esté haciendo sin notarlo. Quizás soy un constante devenir, una insoportable idea de ida y vuelta.
Verte contra esa pared, resguardandote de mi imagen, de yo como el anticristo, de mi persona como algo indeseado, tirandote hacia atrás como alguien que teme a algo. Inquirir y recibir las respuestas como algo automático y prefigurado.
Nunca quise tal cosa.
Pero querer no es poder. Y un motivo nunca es demasiado.
 

3 comentarios:

ericz dijo...

Van mal las cosas, eh?

¿Quién no quiso ser feliz?

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